lunes, 4 de mayo de 2015

NUESTRO CUENTO.

Después de tanto tiempo subiendo fotos de como se va formando nuestro proyecto, creo que ya es hora de subir el cuento para que veáis que nuestro proyecto tiene más sentido del que parece.
 
Me ha gustado elaborar este proyecto, que de hecho no está terminado aún, así que os voy a dejar aquí el cuento para que le echéis un vistacillo y me contéis que os parece.

Espero que os guste y disfrutéis con él.


¡GRACIAS PIOJOS!

Comenzaba la primavera. Era un día muy caluroso, las flores empezaban a salir y los árboles daban sus primeros frutos de la temporada. Eran las nueve de la mañana, Phill y Jack, como todos los días, iban juntos de camino al colegio. Phill era un monstruo grande, muy peludo y de color verde. Tenía unos cuernos en su cabeza. Era un monstruo muy amable y honesto. Le encantaba jugar al rugby, era su deporte favorito. Jack era un monstruo delgado, de color amarillo y muy alto. Tenía unas alas en su espalada que le permitían volar. Las utilizaba en ciertas ocasiones, le cansaban mucho y con ellas conseguía desplazarse solo unos metros. Usaba gafas y tenía unos ojos redondos como dos pelotas de tenis.
Sonó la campana, todos los monstruos entraron al colegio y a sus respectivas aulas. Jack y Phill fueron a su clase, eran alumnos de 3º de primaria.
- Buenos días a todos - dijo Helen, la profesora de 3º. Hoy comenzamos el día con la asignatura de Conocimiento del medio.
- Buenos días – contestaron los alumnos.
- ¿Sabéis que día es hoy?
Todos los monstruos se quedaron callados, nadie sabía a lo que se refería la Señorita Helen.
- Ya veo que nadie se ha dado cuenta de que hoy es el primer día de la primavera. Hoy empieza una nueva estación. Como ya habréis podido observar de camino al colegio, las flores están saliendo y los arboles están mucho más verdes y con frutos.
La señorita Helen había organizado una actividad de Conocimiento del Medio para hacer en el patio del colegio. Era un trabajo de campo, quería que los alumnos investigaran acerca de los cambios que se producen en la primavera. Quería que observaran, directamente, del medio todos esos cambios y que tocaran los frutos, los árboles, las flores, etc.
Mientras hacían esa actividad, Phill no paraba de rascarse la cabeza, le picaba mucho. Bruto, uno de sus compañeros, un monstruo gris, con unos dientes muy grandes al que le apasionaba el mundo de la policía porque su padre trabajaba de ello. Le contaba muchas historias sobre ladrones, atracos y demás. A Bruto le encantaban y de mayor él siempre decía que quería ser policía como su padre. Vestía siempre con chaquetas que le regalaba su padre. Chaquetas de policía, por supuesto. Este monstruo no paraba de observar a su compañero Phill, cuando de pronto, vio que algunos bichos negros y muy pequeños saltaban por su cabeza.
- ¡Tiene piojos! – gritó Bruto. ¡Phill tiene piojos!
Tras ese grito, todos los compañeros que estaban haciendo la actividad, se giraron y miraron a Phill. Éste, avergonzado, se fue corriendo hacia el aula. Allí rompió a llorar, tenía ganas de irse a casa y no volver.
Inmediatamente llegó la profesora:
- Phill, ¿qué ocurre?
- Bruto ha descubierto que tengo piojos en la cabeza. Dijo Phill con los ojos llorosos.
- Phill, eso no es un problema, tener piojos es algo normal que no dura para siempre. Yo de pequeña los tuve y en una semana se me quitaron dándome todos los días un champú especial.
Llegó la hora del recreo. Phill no quería salir al patio pero todos los monstruos tenían que hacerlo, no podían quedarse en clase. Phill nada más salir por la puerta vio como todos sus amigos y compañeros de clase le miraban y se reían de él.
- Tiene piojos. Decían algunos.
- El piojoso, decían otros.
- Con esos pelos tan largos no me extraña nada. Susurraban.
Phill se quedó solo en una esquina del patio, comiéndose su bocadillo y su zumo. Ni siquiera su amigo Jack ni su amigo Joe se acercaban a él.
Al finalizar el día se marchó solo a casa, no quiso esperar a Jack, tenía miedo de que se burlara de él como todos los demás. Llegó a casa y se lo dijo a sus padres. Sus padres le intentaron tranquilizar, y esa misma tarde, fue a comprarse el champú. Se duchó, se lo dio y se puso el pijama. Se metió en la cama disgustado por el día que había pasado en el colegio.
A la mañana siguiente, nada más levantarse fue al cuarto de baño a mirarse al espejo, pensó que los piojos habrían desaparecido pero su decepción fue enorme al ver que esos bichos seguían en su cabeza. Estaba muy triste.
Phill no quería ir a clase, pero sus padres le convencieron para ello.
- Phill tienes que ir a clase. Además, recuerda que hoy es el día de las pruebas para entrar en el equipo de rugby.
Phill se quedó sorprendido. No se acordaba de aquello que llevaba esperando desde hacía mucho tiempo. Tenía la oportunidad de jugar al rugby cada fin de semana representando al colegio y sabía que lo podía conseguir. Pero inmediatamente dijo:
- Con estos malditos piojos, Mamá, Papá, ¿de verdad creéis que me van a dejar entrar en el equipo? Seguro que no…
- Claro que sí, Phill. Inténtalo y no te rindas antes de empezar. Además, lo de los piojos ya sabes que en una semana se te va a quitar.
Llegó al colegio y entró en clase. Sus compañeros le seguían mirando raro y se alejaban de él. Ese día se sentó solo. Cuando tocó el timbre para ir al recreo estaba nervioso, era la hora de las pruebas para entrar en el equipo de rugby. Se apartó de la gente para intentar tranquilizarse.
En el campo de rugby, estaban los que ya habían sido seleccionados, entre ellos estaban Jack y Joe, sus dos mejores amigos. Estaban con el resto del equipo y no se acercaron para darle ánimos ya que todos los demás se reían de él.
- ¿El de los piojos quiere entrar en el equipo? decía el quarterback entre risa.
- Es lentísimo y demasiado grande, tiene poca agilidad – decía Bruto que también estaba en el equipo.
Phill era consciente de que era un monstruo poco ágil pero sabía que con su fuerza y con su corpulencia podía ayudar al equipo. La primera prueba consistía en saltar unas 10 vallas en menos de 20 segundos. Phill tiró las tres primeras, estaba muy nervioso y no logró pasar la prueba. Estaba casi eliminado tenía que hacer las otras dos bien para poder entrar en el equipo. De repente, sucedió algo inexplicable, mientras Phill se lamentaba y se ponía más nervioso y más pesimista, algunos de los piojos comenzaron a salir de su cabeza. Estaba asombrado.
- ¿Qué está pasando? Decía sorprendido.
Los piojos saltaban más de lo normal, salían de su cabeza y volvían a entrar. De repente, le nombraron para ir a la siguiente prueba. Consistía en hacer un zigzag, tres placajes y recoger en carrera tres balones en un tiempo limitado. Comenzó la prueba, sabía que en el zigzag iba a tardar más que los demás cuando, sin esperarlo, los piojos saltaron para ayudarle. Se pusieron en sus piernas y éstas iban más rápido. Phill no se lo podía creer.
- No se qué está pasando pero soy un monstruo rápido y ágil – decía con una sonrisa en la cara.
En los placajes no tuvo problema y en la recepción de los tres balones si que tuvo alguna dificultad. El primero lo cogió, el segundo y el tercero se le escaparon de las manos pero los piojos se lo pusieron otra vez en ellas. ¡Había pasado la prueba!
Ya solo quedaba una prueba para entrar en el equipo. Los que estaban viendo las pruebas, los del equipo y las dos capitanas de las animadoras que estaban por ahí, Rachel y Amy, no se podían creer aquello. De repente, sin saber porque, Phill, aquel monstruo corpulento y torpe, era rápido y ágil. La tercera prueba era de velocidad y de resistencia. Tenía que coger 3 balones y llevarlos uno a uno de un lado del campo al otro saltando y girando sobre algunos conos. De pronto, en la mitad de la prueba, se le acabó el súper poder. Los piojos volvieron a la cabeza. Phill se puso nervioso y se le cayó el tercer balón, no le quedaba nada para acabar la prueba y entrar en el equipo. Sacó fuerzas de su interior, se mentalizó y se dijo a sí mismo:
- ¡Si se puede Phill! Lo has hecho en las anteriores pruebas. ¡Vamos!
¡Lo logró! Había superado la prueba y, por tanto, entrar en el equipo. Estaba muy contento. La gente que al principio se reía de él, le fue a felicitar pese a que aún tenía los piojos en la cabeza.
- Perdón Phill. – dijo Jack. No te dimos ánimos al principio y nos sentimos mal.
- Perdón. No nos teníamos que reír de ti por ser como eres y menos por tener piojos – Dijo Bruto.
Phill se fue muy contento a su casa ese día. Se lo contó a sus padres, había entrado en el equipo de rugby. Llegó a casa se duchó y se dio el champú para los piojos. Sabía que ya no le durarían mucho más y ya no le importaba tenerlos porque sus compañeros se habían dado cuenta de que eso le podría haber pasado a cualquiera. Estaba tranquilo y no tenía rencor por lo que le habían hecho, le habían pedido perdón por haberse reído de él en un primer momento por los piojos y por sus características físicas. Él aceptó esas disculpas y aprendió que nadie se debe reír de nadie por cómo sea su aspecto físico o por tener algún problema o cualidad distinta a la de los demás.
FIN

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